Por IRENE CAL
Desde que nacemos nos inculcan valores, creencias, comportamientos de la cultura a la cual pertenecemos.
Nos marcan lo que debemos ser y tener, según lo que está establecido en la sociedad.
Nos dicen que tenemos que estudiar, trabajar…la cuestión es tener…tener un trabajo, tener una casa, tener un coche, tener una pareja, tener hijos e hijas…y así seguir unos patrones que manda la sociedad con el piloto automático puesto hasta el fin de nuestros días.
Pero:
¿dónde está el ser?
¿Quiénes somos realmente?
¿Qué hay dentro de nosotros?
Cuando nacemos, lo hacemos puros, libres, puramente emocionales y la familia y la escuela nos amoldan, nos pulen, como realmente se supone que debemos ser y a la larga comienzan los problemas:
He visto chicos jóvenes venidos a menos, con pelo escaso, la piel y las manos cuarteadas con la mirada cansada, bebiendo cerveza en un bar después de un duro día de trabajo y te dicen como una afirmación de autoconvencimiento: “es lo que hay” cuando realmente no saben ni quienes son.
Pues hay mucho más y todo está dentro de nosotros.
El descubrimiento interior llega a algunas personas a través del dolor; a otras a través de cambios en su vida; otras nunca llegan a amoldarse según los criterios establecidos por la sociedad, y por desgracia, otras se mueren antes de saberlo.
La importancia del ser es tan vital como la vida misma, gracias a ello nuestra vida, nuestra salud, nuestras relaciones con los demás, nuestra forma del ver el mundo cambia.
Somos energía y fluimos con la vida pero necesitamos conocernos, necesitamos sanarnos, necesitamos gestionar lo que sentimos.
Somos mucho más que caras bonitas en cuerpos esbeltos como nos quieren vender, pero muy pocos lo saben.
El desconocimiento del ser provoca conflictos internos, traumas, enfermedades, no sabemos gestionar lo que nos sucede porque nadie nos ha enseñado a hacerlo así que todo nuestro mundo se vuelve un caos.
Pero cuando al fin nos llegamos a descubrir, bien sea con ayuda o por nuestra cuenta todo cambia, si bien el proceso puede llevarnos toda la vida pero una vez que hemos emprendido el camino no hay marcha atrás.
Nos empezamos a querer, empezamos a ser conscientes de nuestra realidad, entendemos muchas de las cosas que nos han pasado en la vida y por qué.
El descubrimiento del ser es recuperar la libertad perdida.
“Cuando salgo al campo
a hablar con las estrellas
aprendo más en un rato
que en dos mil años de escuela” Manuel Molina
«En el inmenso desvarío de este campo sin rosales, me siento río» De Camarón e Irene
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