Deseos para Dylan

QUE TU VIDA SEA TUYA

Hoy inicio de nuevo una andadura de letras y me gustaría compartir algo que me sucedió en uno de eso días lluviosos mientras conducía.

Enciendo la radio y escucho una voz que lee un poema. Quedé un poco impactada, porque a cada verso que escuchaba, más me daba cuenta de que esas palabras eran todo aquello que querría haberle escrito yo a mis hijas, como si de un padrenuestro moderno se tratase.

Estos sonidos que llegaban a mis oídos estaban diciendo exactamente lo que pensaba deberían ser  sus normas para consigo.

Como el programa estaba empezado, no sabía de qué mente había salido aquella maravillosa melodía en forma de sílabas con tan profundo sentido. Así que decidí, aprovechando que vivimos en el siglo de la tecnología, encontrar esa poesía y quién la había escrito por mí.

Después de mucha testarudez, logré mi propósito y me llevé una sorpresa. El poema se llama

Deseos para Dylan y Benjamín Prado lo escribió precisamente para su hija Dylan de  18 años.

Desde luego ha conseguido expresar lo que una madre querría decir a su hija para que lograse que su vida fuera suya. Claro que yo no soy  Benjamin Prado y nunca podría escribir nada tan bonito.

Gracias Benjamín, porque un padre, igual que una madre también entiende qué es lo que una hija ha de hacer para que su vida le pertenezca.

Como reflexión final, sólo añadir que no hemos de ser simplistas y  realmente esto es lo que cualquier persona, con independencia de si es hombre o mujer, debería tener en mente para respetarse y ser uno mismo.

DESEOS PARA DYLAN

Que tu vida sea tuya, 

que al mirarte al espejo te parezcas a ti.

No confundas la cuerda que salva con la que ata, 

no te detengas donde no vayas a crecer.

Necesita a unos pocos, 

no dependas de nadie.

Ten siempre a mano todas las palabras que sirvan para decir que no.

Aléjate de quien no te permita ser a su lado aquello que serías a solas,

del que pise tus huellas para volver las suyas,

del que te haga decirte: cuando pienso en nosotros no me acuerdo de mí.

Huya del que imagina tormentas en un vaso,

del que te abraza igual que si ya no estuvieses,

del que ve la montaña en el grano de arena, 

del que ríe sólo por no llorar.

No cometas errores que no te enseñen nada,

no te hagas daño y creas que es en defensa propia.

Logra que tu alegría no sea de cristal y tu dolor de hierro.

Desconfía de aquellos que tratan de cambiarte,

que para estar contigo te piden que seas otra.

No dejes que te adoren, 

porque tarde o temprano las coronas acaban volviéndose de espinas.

Merece lo que es tuyo, 

busca lo que te falta.

No hables con los que venden clavos ardiendo al borde del abismo.

No afrontes cada día como si fuese el último.

Ten tiempo que perder,

ten algo que ocultar. 

Y equivócate siempre que sea necesario,

sin miedo, a tu manera.

Cae y ponte de pie.

Ve con tus propios ojos.

Pon la mano en el fuego,

puedes estar segura de que hagas lo que hagas

estará algunas veces de acuerdo contigo 

y siempre de tu lado.

Recuerda que estar vivos no es igual que vivir.

Benjamín Prado.

María José López Cagiao.

Psicóloga Sistémica y Formadora. chechecagiao@gmail.com